viernes, 26 de septiembre de 2008

-"Did you fight in duel this morning?"-"Of course"

Hoy en día no hay apenas combates de espadas en el cine. Y, por supuesto, los que hay, no es que sean precisamente gratificantes. Más bien son similares a algún beat'm up (que no digo que sea malo), buscando más los movimientos espectaculares que la solvencia y el realismo en el arte de la espada.
Y bueno, si buscamos algo de cine de "espadachines", es decir, del estilo de "Los Mosqueteros", "Robin de los Bosques", "El halcón y la flecha" o "Scaramouche", ya nos podemos olvidar. Como mucho, nos puede tocar en suerte alguna batalla medieval, pero el acto de la lucha es más parecido a un manga que a un combate real (lejos queda "Braveheart", con sus fallos, o "Excalibur", una muy buena representación de cómo se lucha con un jodido mandoble; ahora lo que hay son los "combates" de "Piratas del Caribe", que no merecen muchos comentarios...). No quiero decir que las luchas a espada de las películas anteriormente mencionadas sean precisamente un ejemplo de esa maravilla de arte que es la esgrima, pero al menos tenían su coherencia y, bueno, eran divertidas.
Sin embargo, afortunadamente, si queremos ver una representación acertadísima de un combate de espadas, siempre podemos recurrir al afortunadísimo debut de Ridley Scott en esto del cine, "Duelist", ligeramente olvidada por la gente, de forma bastante injusta.
No hablaré demasiado sobre sus bondades técnicas: preciosistas imágenes y una muy acertada, a mi modo de entender, que Maese Lumb me corregirá si me equivoco, ambientación, tanto en cuanto a vestuarios (de la Época Napoleónica) como en las localizaciones, desde Estrasburgo a Rusia (en esas fechas conmemoradas por Tchaikovsky en cierta maravillosa obra). Además, la Banda Sonora es perfecta, dando la tensión apropiada en cada parte de la película. De las interpretaciones, tan sólo remarcar el gran trabajo de Keith Carradine, en el que cae el peso de la historia, y de, como es habitual, Harvey Keitel, que quizá tiene un papel que hace que su actuación destaque algo más. Y por último, había leído que el ritmo de la película es lento: a mí me ha parecido perfecto. De hecho, se me ha pasado volando.
Pero lo que más me ha interesado de la película, lo que quiero destacar al margen de ser una muy buena película, son sus combates. Con uno comienza la película, y con otro termina. Y ahora los trataré, con lo que si alguien no la ha visto y no quiere enterarse de ellos, está invitado a que abandone la lectura y que se preste a ver la película. Y tras este aviso, que demuestra lo mucho que me está cambiando el horario continental, comienzo con los duelos, disculpándome por los fallos que pueda cometer en la trata del tema, ya que soy un simple aficionado a este arte:

  1. El primero tiene lugar en los primeros compases de la película, entre Feraud (Keitel), y el sobrino de un importante aristócrata, que servirá de inicio de la narración y de detonante del resto de hechos de la película. El duelo es a espada, y empezamos a ver los primeros detalles de los combates: el protocolo de comienzo de duelo, incluyendo el saludo, que podrán odiarse, pero siguen siendo caballeros (¿os imagináis algo así en las peleas nocturnas de las zonas de bares? Al margen de los empujones pechobuco), y la postura de guardia. Segundo, en el duelo se ve quién es el bueno con la espada. Me explico, ésta resulta un arma, sobretodo, de estocada (no de corte), con lo que la mayoría de los ataques deben ser a clavar (excepto ciertas fintas y provocaciones). Además, vemos cómo Feraud aguanta más el ataque, siendo más paciente que su adversario, a fin de contra atacar, o de esperar que el otro rompa su guardia. Por último, vemos que en la guardia ambos tienen el brazo estirado: con ello consiguen ganar distancia contra su adversario.
  2. En este segundo, ya entre Feraud y D'Hubert (de ahora en adelante todos son entre ambos), el arma empleada es el sable. Arma diseñada para cortar, no para la estocada, con lo que el combate en este caso se dirige a golpes fuertes horizontales, donde vemos que es más sencillo defenderse, ya que la trayectoria descrita por la hoja es mucho mayor. Sin embargo, el contra ataque en este caso es sólo posible en caso de esquivar la espada del adversario, cosa compleja en golpes horizontales (aquí no son bailarines capaz de saltar por encima de la espada, aquí son dos soldados de Húsares del ejercito Napoleónico), y que las ligaduras no permiten un ataque inmediato. Otro detalle curioso es el momento en que pelean en poco espacio, en el cual el margen de maniobra es mucho menor y el atacante, Feraud, es obligado a hacer un giro de muñeca para el ataque, con lo que D'Hubert puede contra atacar.
  3. De nuevo duelo a espada, con lo que repiten la guardia del primer combate. Muy rápido el combate, con cierto parecido a un combate de esgrima actual de florete. Vemos que el atacante (en este caso D'Hubert) trata de atacar a pierna tras fintar, y cómo, tras repeler un ataque con el tercio fuerte al tercio débil de D'Hubert, Feraud es capaz de contra atacar, pues su reacción es mucho más rápida por controlar mejor la espada. Vence por toquado, que debe ser jodido pelear con un agujero en el pecho. Dos detalles curiosos en esta pelea: el primero, el cómo tras estar tanteándose, se detiene el duelo por un estornudo de D'Hubert, y que Feraud sólo sabe que ha tocado a su oponente tras ver la sangre en su espada.
  4. Duelo a sable en un granero, en un duelo bastante largo y muy entretenido de ver. Ambos contendientes, se muestran heridos y agotados, por lo que se dejan del combate más o menos académico, y recurren a una lucha basada en los recursos que tienen: si hay que coger al contrario y darle un rodillazo en los riñones, se le da; si hay que coger el sable con dos manos para dar hostias como panes, se hace. Al final, ni vencedor ni vencido.
  5. Combate a caballo, con lo que se hace obligatorio el sable. No es un combate en el que se pueda ver mucho, ya que es una carga de caballería uno contra uno. Sin embargo podemos ver la posición de los sables durante el avance de los caballos, apuntando al contrario para, al llegar a él, poder cortar antes que el otro (o en su defecto defenderse con más facilidad).
  6. Finalmente, el duelo final: a pistola. El duelo consiste en una suerte de "escondite", con ambos contendientes buscándose en unas ruinas, con dos pistolas, a bala por pistola. Es decir, dos oportunidades. Una maravilla de duelo, por la tensión que se vive, por lo bien rodado que está, pero del que puedo comentar poco desde el punto de vista de la esgrima, con lo que os emplazo a verlo vosotros.
Y con esto concluyo, esperando que no hayan demasiados errores, ni historico-militares, ni desde el punto de vista de la esgrima.
"Por lo que a mí respecta, eres hombre muerto".

1 comentario:

Shirkou dijo...

¡Grande tu análisis!Ya veo que no has olvidado el noble arte de la espada por esas gelidas tierras.

¿sabias que en el 100 a.c, salieron unos 250000 cimbros de tu vecina Jutlandia y se cargaron ni más ni menos que a 4 ejércitos romanos en menos de 10 años?

No viene a cuento, pero es que como tu articulo no tiene fallos tengo que demostrar que soy útil en algo ¿no?

venga pues, un saludo "adversario"


PD:¿cuando nos vamos a Somalia a alistarnos en la flota pirata?ahora ya tienen hasta carros blindados (sino les han hundido ya)