martes, 20 de noviembre de 2007

Noticia capaz de hacer que un día rutinario se transforme en un buen día

Saludos, jóvenes queribunes amantes de la lectura y el ejercicio intelectual.
En tal día como hoy, he decidido escribir un post pequeño, pequeñito, pero es una noticia que me llena de gozo, alegría, algarabía y demás sinónimos, que me ha alegrado el día de una manera supina.
La noticia en cuestión, no es otra que la cerda de la cantante de La Oreja de Van Gogh ha dejado tan infernal banda, rancia, cursi y ñoña como pocas, dejando a sus vascongados ultraprogres de la "muelte" compañeros con cara de lelos (aún más), debido a que ahora ya se les ha jodido la imagen (para tener esa imagen mejor no tener ninguna) de la banda.
Y joder, aunque sé que la ridícula asociación musical anteriormente mentada no merece ser referenciada en tan augusto blog, ni debe afectar a mi excelsa persona, la noticia me ha llenado de alegría, y me ha hecho afrontar el día con un optimismo, ánimo y vitalidad elevada.
Sin embargo, no todo el monte es orégano, porque, como me ha venido a la cabeza ahora mismo, la separación indica una nueva amenaza. Bueno, en realidad son dos amenazas: la zorra ésa quizá empiece a sacar discos en solitario, con lo que no nos libraremos de ella tan fácilmente; y los otros amongolados mongoloides quizá busquen a alguna nueva zorrupia para cantar nuevas canciones, con lo que seguiremos teniendo letras ñoñas, cursis e insoportables junto con melodías insustanciales y mil veces oídas, pero ahora ¡por partida doble!. ¡Pardiez!, mi optimismo queda anulado por esos espeluznantes nubarrones rosas de insípida y repetida cursilería que se ciernen sobre el panorama musical español, ya de por sí bastante deplorable, y con los adjetivos anteriormente comentados de serie en casi todos las entidades musicales que lo forman. Así pues, ha joderse toca...
He dicho.

jueves, 15 de noviembre de 2007

La mula y el buey

Saludos:
Resulta que hoy, haciendo una de mis habituales blasfemias, me he hecho una importante reflexión que va más allá de lo púramente lingüístico. La blasfemia en cuestión ha sido algo así como (no lo lean aquellos creyentes en el culto cristiano): "me cago en Cristo, María, José, la mula y el buey". En ese momento, me ha venido una duda importante, que posiblemente me haga dormir poco y mal esta noche. No ha sido otra que, "mula" y "buey"...¿deberían ir con mayúsculas? Quiero decir, claramente cuando hablamos de "la mula y el buey" en un contexto beleniano o, por extensión, cristiano, nos referimos claramente a las que dormitaban en el Portal (otra palabra que, por la misma razón, me hace dudar) de Belén. Y no otros. De hecho, es la única forma que se les diferencia, incluso de otras mulas y bueyes. Y joder, no se les puede negar la importancia que tienen en nuestra sociedad, y más en las fechas que ya se acercan (porque sí, aunque sea mediados de noviembre, ya es Navidad), y que se manifiesta, sobre todo, en villancicos, eje de las melodías de ambiente en grandes almacenes, consultas de médicos,... del 15 de diciembre al 15 de enero.
En fin, una cuestión a reflexionar...o mejor no, porque es una pérdida de tiempo, pero como el mío no vale nada. Es decir, no pierdan (perdáis, que no tengo tanto respeto por los lectores...) el tiempo pensando en esta gilipollez, que hay cosas mucho más útiles que hacer, por ejemplo:

  • Como jugar un poco al tenis
  • O lavar el coche
  • O unirte a un grupo de funk
  • O presentarte a presidente
  • O hablar con alguien de otro sexo
  • O ser huesped de una fiesta de salchichas
  • U ordeñar una vaca
  • O llevar a cabo una lobotomía
  • O enseñarle a las almejas a tejer una colcha
  • O confundir a la persona que tienes al lado
  • U ordenar tus calcetines por orden alfabético
  • ...
He dicho

domingo, 11 de noviembre de 2007

"I wanted to see what you were made of...and I did."


Hubo una época, allá cuando yo era joven y cultivado, que me gustaba leer. Sobretodo me gustaban mucho los libros de aventuras. Y de uno de esos libros surge un personaje de ficción al que siempre he adorado, más aún cuando era un querubín: Robin Hood.
El personaje de una leyenda popular sajona, luego convertido en libro y, finalmente, convertido en personaje operístico, teatral o cinematográfico. Fue en este último medio donde lo conocí, fundamentalmente gracias a dos películas, tituladas ambas igual, "Robin Hood", si bien una tiene el subtítulo de "príncipe de los ladrones" (la otra es la animada de Disney). Evidentemente, ahora las vuelvo a ver y claro, no tengo la visión tan idealizada que tenía en mi época infantil, pero sigo conservando mucho cariño por la figura del noble convertido en proscrito, que robaba a los ricos para dárselo a los pobres, y también a dichas películas. Después, obviamente, vi el resto de adaptaciones de las que he tenido noticia y, si bien resultan un poco asépticas en lo que es la personalidad de cada personaje, me gusta demasiado este personaje, y el cine clásico de aventuras en general, como para criticarlas despiadadamente (además, "Robin de los bosques" es cojonuda).
Y no sé qué es lo que más me gustaba del personaje. Supongo que la época en la que estaba ambientada gusta a todo niño (a mí me sigue gustando, pero por todos es sabido que yo soy bastante infantil), por eso de los combates a espada, las armaduras, el tiro con arco... Y claro, Robin Hood es un héroe que es bueno a la espada, y al arco, y cuya vida consiste en hostigar a un tirano para ayudar a los necesitados, con lo que esa concepción tan estricta del bien y el mal que se tiene de pequeños hace que se le coja empatía fácilmente. A eso le sumas esa personalidad desenfadada y despreocupada que le dio Errol Flynn en "Robin de los Bosques" (de donde sale tanto la frase del título como la foto que acompaña al post), cuya imagen tendrá ligada Robin Hood durante muchos años, y ese tono de galán del cine de aventuras que, joder, tanto mola, y ya tienes al héroe perfecto para un crío, que se puede pasar el día con un arco de juguete, saltando entre los árboles, hasta joderse algo, claro está.
Y bueno, cierto que hay muchas partes que se podrían criticar de la leyenda. Muchas formas de ridiculizar o ponerle pegas al personaje. Pero es una leyenda, un mito. De hecho, es uno de mis mitos, y no seré yo quien lo haga.
He dicho